Detrás de este rocambolesco título de película parece que hay exactamente lo que parece. El tono ochentero de héroe brutalmente jocoso que se enfrenta a la mayor y más grande lista de malos incapaces de detenerle. James Mather y Stephen St. Leger se vuelven a unir en su segunda película volviendo a escribir el guión tras Prey Alone, una película irlandesa menor sin recorrido.
Guy Pearce, últimamente en papeles sinceramente menores y escuetos, No tengas miedo a la oscuridad o The road (veremos qué tal en Prometheus), es el encargado de ser el canalla de acción fácil que debe enamorarnos en un film de acción y entretenimiento entre Alien 3, Atmósfera 0 y El quinto elemento. Ciencia ficción con guión pésimo pero de una calidad técnica de aupa, eso sí.
Claro está que juntar todos esos distintos caracteres y querer sacarles rendimiento resultará difícil si el público es algo medianamente exigente. Ahora, si lo que se quiere es dejarse caer por allí, admirar una actitud caduca en nuestros tiempos y ver como de nuevo el hombre salva a la chica pues perfecto. De todo tiene que haber.