Joder, qué difícil es precriticar esta película, al menos si se quiere ser preciso.
Lo es porque, de partida, todo apunta a un título fácil de despellejar: La más acabada de las estrellas usamericanas de finales del siglo XX, Mel Gibson, intenta redimirse pero no le da más que para protagonizar una patochada junto a un castor... ¡de peluche! Material perfecto, parece, para mofas varias, para señalar una vez más al crucificado (perdón, con Gibson era chiste fácil) y multiplicar las carcajadas. Fácil reirse de un pobrecito como él.
Pero con todos los elementos tan bien dispuestos para ello, hete aquí que un nombre propio comienza a avisar: Esto quizá no va por ahí. ¿Jodie Foster es la directora?
Tengo a Jodie Foster por una persona muy inteligente. Ha podido acertar o errar en unas y otras decisiones, pero es ante todo una persona inteligente. Y, siempre, intenta encontrar algo en sus proyectos. Repito, puede acertar o no, puede dar con ese "algo diferente" o no, finalmente, pero ella lo intenta, y no lo hace sin una buena dosis de sentido común y audacia.
Por eso, que la Foster se meta a contarnos una historia sobre un tipo con un peluche, me escama. Positivamente. Algo ha visto, o algo distinto quiere ver o quiere hacernos ver detrás de ese espantoso poster de un arrugado Gibson con castor peluchero en su mano izquierda. No sé. Esto no es un truñaco que quiere ser comedia. Esto es otra cosa.
Pero, ¿qué es? Lo admito. No tengo ni idea. No lo sé. Ahora el escamado soy yo. Soy incapaz de adivinar qué se esconde detrás de El castor. Y como estoy algo perdido, me he esforzado en esta precrítica en dejar bien claro cuáles son los elementos que me llevan a estas dudas, deseando crear esa indecisión también en quien la lea. Quién sabe, quizá se anime a verla... y salga echando pestes. O dándome gracias por haberle creado esta 'intriga' y haberle animado finalmente a ver la película. ¡A saber!
¿Un castor? Un castor... ¡Un castor!