Hay que reconocer, que la idea, me parece interesante. Dentro de un colegio privado de gente bien, un grupo de amigos deciden aprovechar un asesinato que se ha producido en el pueblo cercano, para difundir un rumor sobre un asesino en serie que seguirá matando, esta vez dentro de la escuela. Las cosas se complican, cuando al parecer, el criminal inventado, se vuelve real. Pero mantener un doble juego durante toda la película, es un riesgo demasiado alto que en esta ocasión ha pagado las consecuencias.
No deja de tener su gracia ese intento de mantener despistado al espectador entre la verdad y la mentira, como en el cuento del lobo y el pastor, pero aquí, el nóbel director Jeff Wadlow, quizá debido a su inexperiencia, deja muchos cabos por atar y demasiadas suposiciones efímeras en su final.
Por lo menos, es de agradecer, que las persecuciones, que tampoco son muchas, sean con dos dedos de frente, sin dejar de utilizar el truco que tan bien funcionaba en Scream, de un malo que no se libra de caídas y de las huidas inteligentes de las supuestas víctimas. Pero la tensión se pierde en muchos tramos de la cinta, frenando y acelerando sin motivo, como un mal conductor.
Cine de terror juvenil, que ha intentado cambiar la sangre y los sustos, por una trama un poco mas inteligente, pero que realmente se ha quedado a medio camino. El esfuerzo de hacer algo nuevo, eso si, es meritorio, pero fallido.