Prometheus es una de las películas del verano. Lo es porque arrastra un hype que, poco más, y al pobre Ridley Scott le toca andar de rodillas para llevar el peso sobre sus espaldas como buenamente pueda... Claro que Scott tampoco es un realizador al uso en estos asuntos: Él está convencido de que sigue siendo un visionario y no pocas veces se ha vanagloriado de ser un cineasta adelantado a su tiempo.
Bien. Está claro que Blade Runner le situó en ese lugar, y le granjeó la etiqueta con razón. Fue una película muy incomprendida y, sin embargo, eternamente influyente. Pero Scott se quedó ahí, su tiempo adelantado se congeló y hace tiempo que los coches van mucho más rápido por la autopista: Le pasan por derecha, y le pasan por izquierda.
Esto no quiere decir que haya perdido su talento. A un nivel estrictamente visual sigue demostrando película tras película que no ha perdido mano. Es un esteta, un diseñador de imágenes en movimiento. Y muy bueno. Pero como narrador no se da resituado. Digo todo esto a sabiendas que es mi perorata habitual cada vez que precritico alguno de sus nuevos trabajos. Pero, por citar un ejemplo, en las mismas me encontré cuando recientemente veía Hannibal (película que tenía pendiente): Instantes muy bien filmados para una película que no va a nada, que presenta preocupantes carencias de ritmo y que sólo acierta a jugar al morbo más sencillo y directo. Es decir: No hay materia debajo del papel de regalo.
Esto le viene pasando por norma y, por lo tanto, estoy convencido en base a experiencias recientes de que, seguramente, seguirá siendo su principal problema en Prometheus. ¿Por qué iba a cambiar ahora?
Quizá en un ejercicio de run for cover, lo que ha pretendido es retornar al terreno conocido de una de sus piezas maestras, Alien (mi preferida de su filmografía, por cierto, por encima de la propia Blade Runner incluso). Sin embargo, creo que a aquella historieta espacial de serie B le sentaba muy bien la mugre de los baratos pero imaginativos escenarios montados para la ocasión, así como el ímpetu joven de Scott, experimentado al mando de su equipo de habituales pero aun primerizo en la industria de Hollywood. No había demasiadas expectativas. Él dinamitó escepticismos.
Aquí la situación es la opuesta: El universo internet ha construído una red de expectativas brutales en torno a una película que puede pecar de pedante y ambiciosa con un material que no dará para ello. Y ese puede ser el terreno más resbaladizo.
Como véis, yo sí me muestro más escéptico. Pero es que oportunidad tras oportunidad, Scott sigue demostrando que no es el de sus comienzos.