C. S. Lewis en su tercer libro de la saga dejó bien claros los parámetros necesarios para mostrar en la gran pantalla al nuevo personaje, el príncipe Caspian. Walden Media vuelve a creer en su producto, de muy buena calidad para los más pequeños desde luego, con las ya conocidas incursiones de efectos y personajes digitales de buena construcción.
A diferencia de la primera entrega, puede que la presentación de un mundo que ya conocemos, y que sirvió de buen arranque en la anterior película, no exista en esta, así que la emoción y la velocidad puede que estén más a merced de un público adulto que se de cuenta mucho más de la lentitud infantil necesaria a veces. El guión lo más probable es que sigua siendo tremendamente moral y digno, restando intensidad y dudas a la historia, a la vez que la cámara esté al servicio del espectáculo y los personajes tratando de sorprender con nuevas incorporaciones siempre tremendas y grandiosas.
Andrew Adamson repite como director (Shrek y Shrek 2), tratando de mostrar el lado más adolescente de los seguidores de Narnia, con un personaje como el príncipe, destinado a ser el lado más maduro a los ojos de la simpatía de los no tan menores. Se trata por tanto de la magia de siempre, pero en una historia totalmente distinta a la primera entrega, ésta podríamos decir que resulta más épica.
Ben Barnes como príncipe (Stardust) y Sergio Castellitto como rey Miraz (La estrella ausente o Paris, je t´aime) son las incorporaciones más importantes dentro de los personajes encarnados con personas de verdad, mientras que los hermanos de la primera entrega continuan sus andaduras. Warwick Davis, el famosísimo actor enano de Willow también estará en los minutos de la historia.
A estas alturas tratar de vender el mundo de Narnia resulta valdío porque se vende bastante bien sólo. La magia y la bondad de sus letras encuadernadas en libros no dejará de llenar con un poco de inversión, buenos minutos de pantalla grande. Es un éxito seguro llevar a los inocentes a ver las aventuras que se narran, porque al final seguro que la sonrisa y la emoción inundan sus rostros.