Crítica de la película El vuelo por Olmo

A estas alturas Robert Zemeckis (Regreso al futuro) es un hombre de la casa. Se le podría apodar el príncipe del entretenimiento. A sus espaldas una filmografía que quién más quién menos conoce o ha sido testigo directo de ellas. Su cine es comercial, su función entretener pero siempre con una mentalidad de hacer moraleja, parábola y mensajito amable para toda la familia. Hay que decir que este director de cine trabaja desde la comodidad. Generosos presupuestos, repartos de alta alcurnia y unos planes de distribución importantísimos. Allá donde quiera que pisen sus trabajos allá estará su cartel como mínimo. Por eso y a modo de introducción, El vuelo, su último trabajo se estrena en una fecha en la que los premios de la Academia ya se pasean con candidatos oficiales y casi todos estamos al corriente de quién tiene entrada para la madrugada de los OSCAR. En esta ocasión Zemeckis lleva su pequeña aportación a la ceremonia con su vuelo acompañado que duda cabe de Denzel Washington (American Gangster) o John Goodman (El gran Lebowski)entre otros.

Pero ¿cómo será ese vuelo? Un trayecto de ida desde luego, moderadamente tranquilo, disfrutable, apetecible por las vistas, un equipo de tripulación que destaca por su amabilidad y que cuenta con el beneplácito del espectador menos asiduo, en definitiva, una sesión masticable de cine de marca y universo hollywoodiense. Sin olvidar que bailaremos todos al compás del genial Alan Silvestri. De nuevo una de episodios trágicos, de escenas de muéveme de aquí para allá, de batallas morales, de sinceridad, humanidad, pero sobretodo con entretenimiento. Tan de Zemeckis que nos termina gustando y pidiendo otra, otra.