Terry Gilliam, el ex-Monty Python más cinematográfico, no estaba en su mejor momento. Sus dos últimos títulos, la desapercibida Tideland y la vapuleada Los hermanos Grimm, parecían ser el diagnóstico de una carrera agotada. Sin embargo, parece haber renacido con este nuevo trabajo, en lo que posiblemente es un retorno a su mejor momento.
La mejor prueba de ello es que ha vuelto a trabajar en el guión con Charles McKeown. Con él trabajó en una película que puede tener mucho que ver con esta por su perfil de acentura fantástica, Las aventuras del barón Munchausen, y en un verdadero clásico de la ciencia ficción, Brazil. Sin esperar una gran obra, lo que sí creo que veremos es un divertido trabajo en el que Gilliam podrá volcar toda su alocada imaginación.
Pero sin duda, el verdadero valor histórico de esta película reside en ser el último trabajo del fallecido Heath Ledger. Un trabajo inacabado, que gracias al carácter fantástico del guión pudo ser apañado con la labor de otros actores que le relevearon. Nada menos que Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell. Un contratiempo que dado el tipo de película puede resultar incluso positivo.
La película se vio en Cannes y se proyectará ahora en el festival de San Sebastián. Un buen homenaje para un gran actor que podría haber tenido una carrera excepcional, y que con esta atesorará otra buena interpretación; y una oportunidad para Terry Gilliam de renacer y poder embarcarse en su proyecto de Don Quijote con las pilas caragadas.