Recordar un genocidio es una causa suficiente para valorar una película, quizá no como película, no como un elemento de valor dentro del séptimo arte, pero sí podemos valorarla como una acción importante a favor de la memoria histórica.
Aquí, en cualquier caso, no es ese asunto el que deba tratar sino la calidad en sí misma de la obra. Eso no quita para que muchos espectadores puedan estar interesados en acercarse un poco más al genocidio que azotó Rwanda en 1994. Aunque ya hemos tenido ocasiones recientes con películas más conocidas como Hotel Rwanda y Disparando a Perros.
¿Qué ofrece de nuevo esta película? Quizá un punto de vista más en primera persona, más cerrado al seguimiento de un solo personaje. Posiblemente favorecerá la inmersión del espectador en la atrocidad. Un tema duro, no apto para los espectadores más sensibles. Se podrá ver en la sección nuevos directores del festival de San Sebastián.