El director de El habitante incierto, que soprendió ya hace años con astucia y buen hacer, rebusca en lo mismo para sorprender a un público español que de vez en cuando necesita de este tipo de contenidos, a medio camino del terror o del drama, y es que los personajes tienen profundidad, de esto lo del drama.
Si el título fuera en inglés, interesaría a muchos más, porque está a la altura de apuestas del extranjero que arrancan minutos de tiempo de nuestros espectadores con el respeto impoluto al visionarlas, y este film puede competir con todas ellas al mismo nivel. Sorpresa, intriga, susto y belleza del miedo, pero sin sobrepasar la delgada línea de lo comercial. Belén Rueda (El orfanato) es genial para esto, es mediática, no es mala actriz y encima atrae, perfecto para el largometraje.
Así pues no puedo más que recomendar esta oferta de calidad, bien fotografiada y muy cuidada, que no va a alejar a los amantes del terror agresivo y que va a ahunar a los seguidores de algo de suspense políticamente correcto. En ese terreno la película creo que se va a mover con comodidad. Un acierto, y una alegría, por qué no.