El bueno de Anthony Hopkins (Todos los hombres del rey, Bobby o la próxima Beowulf) siempre, o casi siempre, elige muy bien sus proyectos, y esta no creo que sea una excepción. A lo largo de su carrera incluso cuando se ha acercado a películas menores, la calidad del guión, el giro mortal de las intenciones del film, o la capacidad de cámara, han demostrado que merecían la pena.
De nuevo un personaje listo, calmado e incierto o ambiguo cae en sus redes, y nos mete en una historia dura, al parecer llena de detalles y muy distinta o sugerente entorno a su capacidad de discernir entre el bien y el mal.
Gegrory Hoblit, el director, no es conocido pero tampoco manco de posibilidades después de dirigir con entusiasmo y diversidad títulos como La guerra de Hart, Frequency o la muy querida Fallen.
Acompañando a Anthony Hopkins en este thriller tenemos a Ryan Gosling (Half Nelson, Tránsito o El creyente), un buen ejemplo de buen hacer con juventud, aunque aún no haya dado el salto bestial al gran comercio.