El libro de El misterio del príncipe supuso para muchos un bajón en intriga, acción y emoción respecto a como iba complicándose la trama a lo largo de la saga de Harry Potter. Personalmente creo que la necesidad de explicar los vínculos, conexiones, propósitos y emociones para prepararnos para la última entrega, así lo requería. Con esto quiero intentar exponer, que lo mejor que ha conseguido esta adaptación, es plasmar las verdaderas personalidades de los personajes, algo que se ha hecho con bastante cuidado y detalle, logrando matices que hasta ahora no habían aparecido.
En general, se puede decir que es una buena película, divertida, entretenida pese a sus dos horas veinte, con muy excelentes interpretaciones que merecen un apartado especial y logrados efectos especiales. Pero aquí volverá a haber gran discrepancia entre los fans de los libros, a los que hay cambios inexplicables que no llegamos a entender y escenas inventadas que no vemos necesarias y los que van a sin una idea predeterminada, los cuales indudablemente disfrutarán mucho más. Yo me decanto desde ya: No es la mejor entrega de la saga, pero es un eslabón necesario.
Como ha pasado con anterioridad, necesariamente el guión ha eliminado de un plumazo muchos pasajes interesantes del libro, pero en los que se han centrado, y muy acertadamente me atrevo a decir, han sabido sacarles provecho. Bien es cierto que la hormonación colma una gran parte de la trama, algo que también estaba muy presente en la novela, pero los líos amorosos consiguen unos pasajes realmente divertidos sin resultar cursis ni empalagosos. Aún perdiendo bastante peso, el hilo principal se mantiene y la investigación sobre el pasado de Voldemort (menos intensa que en el libro, eso si) y el cometido que se le encomienda a Draco Malfoy están bien narrados, aunque si he de lamentar el poco tiempo que se le dedica a la fascinación y alienación que el libro de pociones ejerce sobre Harry, que básicamente se nombra casi de pasada y con alguna toma aislada.
Hay cosas que no me han gustado y veo el momento de recordar que partes importantes de la trama van a ser desveladas. Innecesario tanto movimiento de cámara en algunos momentos, como por ejemplo en la cueva o en el ataque a la madriguera (totalmente sacada de la manga), que casi llegaba a marear. Parece como si David Yates tuviera demasiada prisa en las escenas de acción y necesitaré más de un visionado para poder valorar con justicia su trabajo, que por ahora, me ha dejado grandes dudas. La pelea en la torre de Astronomía, un tanto insulsa y modificada en detrimento de la tensión. La muerte de Dumbledore me ha parecido fría, con poca emoción y solemnidad, así como la escasa furia y dolor de Harry en la posterior persecución de Snape y los demás mortífagos por los terrenos de Hogwarts.
Lo peor de todo, es que creo que se ha perdido un poco ese aire oscuro que iba creciendo a cada entrega y que puede suponer un cambio un poco drástico en líneas generales, aunque mantenga un trágico final. La esencia del libro no ha sido mancillada, pero sí quizá un poco manipulada.
Sin embargo, las interpretaciones me han parecido soberbias, tanto las de los jóvenes actores, dónde se deja ver ya su madurez, como la de los adultos. Tom Felton como Draco Malfoy me ha parecido sublime, en ese debate interior entre la obligación y la impotencia, muy bien. Evanna Lynch como Luna Lovegood, sigue siendo un personaje formidable. Emma Watson y Rupert Grint con su tira y afloja están más auténticos que nunca y a Daniel Radcliffe le han descubierto facetas que hasta ahora no habíamos podido ver, relajado, gracioso y solemne cuando la ocasión lo requería. Jim Broadbent ha logrado ser un fantástico Horace Slughorm. Michael Gambon por fin ha podido mostrarse como el Dumbledore cercano y preocupado, pero sin dejar de tener ese porte de sabiduría y firmeza. Y como no, quizá el mejor Severus Snape de Alan Rickman, oscuro e infranqueable en sus sentimientos e intenciones.
Buena factura, buenas interpretaciones que han logrado anteponer los personajes a la trama y una aceptable fidelidad al libro. Como ya he dicho, me queda la tarea de verla más veces y con más calma. Hoy la emoción de los aplausos al empezar y acabar la película, quizá hayan obnubilado mi mente y la última estrella que tenía en duda, haya acabado subiendo al marcador.