Esta postcrítica va a estar plagada de contradicciones. Por una parte voy a defender las tres estrellas (un tres bajo) de La mujer sin piano y por otra voy a darle a Javier Rebollo un ultimatum respecto a mi confianza como espectador objetivo que me considero. La película es fácil de ver, tranquila y muy evidente. Sobretodo tan evidente que demasiada evidencia llega a colmar la paciencia. No hace falta, señor Rebollo que repita siempre la misma frase, no hace falta que tengamos que escuchar el piano para justificar el título del film. No hacen falta muchos detalles. Porque la peli está tan plagada de detalles que sobran muchos y hay que refrescar el panorama. Tiene su simbología pero también abusa de ella. Parece que Rebollo repite todo para que exista margen de error por si algo no gusta o encaja. Le intenta dar un toque intelectual al film consiguiendo dejarla en ridículo. Mi ultimatum para Javier Rebollo, que en la próxima ocasión deberá de enfrentarse a un proyecto nuevo con las ideas claras, con la mente fresca y un espíritu renovador de su estilo de hacer cine.
Recuedo que le voy a dar tres estrellas, bajas, pero tres estrellas al fin y al cabo. Se merece las tres estrellas porque no es una película convencional española de ama de casa con lavadora, cigarro, paro, marido borracho y lección de vida. Por lo menos acierta en mi humilde opinión en introdudirse en el mundo de la noche, intentar jugar con los sonidos, las coincidencias, salirse, en definitiva de los tópicos del cine español. Busca ser intimista en relación a la protagonista, intenta poner en juego una serie de elementos unidos entre sí. Busca, en definitiva, un intento de hacer algo que explote y salga bien. Premio las intenciones. Precisamente todo lo que no me ha gustado anteriormente son esos intentos.
Carmen Machi salva de un apuro la película. No sólo se ha desprendido de sus registros más habituales sino que salva al personaje más importante en la película, de quien todo depende. Esta es una película que va a sacar de quicio a los más exigentes. Un film que quiere jugar a ganador y no sabe cuáles son las reglas para poder serlo. La última oportunidad para Javier Rebollo. No jugemos a ser francés.