Israel Rodríguez está muy metido en el papel, en la línea que necesita un personaje central como él, pero el resto de la película no le acompaña y va decayendo de manera brutal hasta parecer un chiste. Si se puede tolerar esa estética de calidad pero sencilla, si podemos entender una línea de rodaje con cámara que de vez en cuando trata de encuadrar bonito, no podemos entender que el guión viaje por derroteros que hagan de la película una especie de equívoco ridículo en mitad del drama no muy intenso pero decente.
El sentimiento de un chico tan joven enamorado de la vida y más tarde frustrado es comprensible y aunque no sea para tanto, consigue que siguas el film con cierto interés, pero desde el momento del jugueteo con las chicas, de la entrada de Juan Luis Galiardo, sinceramente justito en su papel, la lista de despropósitos tanto con el tema de los terroristas tanto con el tema de una historia de amor del pasado hacen que pierda el norte y deje de ser creíble.
Se convierte en una especie de lío de faldas de temas variados conexos por que sí y sin sentido en los personajes. ¿Cualquiera se imagina a etarras que se dejan ver tranquilamente ante cualquier chicuelo que llama insistentemente a un móvil, o un piso franco como campo de prácticas a la vez que dos chicas, alguna no muy bien elegida para el casting de edad, por cierto, con escenas de chiste descubriendo a marroquís etarras y demás?. No hacía falta enmarañarlo todo de esa manera, hacer infantil un trastorno serio como el que se plantea desde el principio para llegar a una escena final de nieve blanca, tan blanca como el resultado final de un film que acaba de forma fea y seca, en una habitación de cárcel que no entiende bien a los que le acompañan.