La figura de Federico Moccia me ha venido inevitablemente a la cabeza al descubrir los datos de este drama mexicano, que ha sido todo un éxito de taquilla en su país de origen. Y es que el empalagamiento sentimental (aunque no exclusivamente romántico, eso si hay que decirlo) que parece destilar este film me produce cierto desagrado, por no decir arcadas post-empacho, al igual que el realizador y escritor italiano de Perdona si te llamo amor, su secuela o Tres metros sobre el suelo.
Escrita y dirigida por el debutante Robert Girault, que apelando a los sentimientos y los valores importantes de la vida, ha creado una cinta que tanto puede agradar y complacer por completo a los amantes de este género lacrimoso y salir secándose las mejillas o espantar a corazones más exigentes que no se conforman con emociones a flor de piel.
Queda claro los que pueden disfrutar o no de este título. Yo tengo más que clara mi elección de no perder el tiempo con un título que cita: "El corazón no se cansa de aprender". Avisados quedáis.