El conocido documental que presento logra su apogeo cuando su director, Christian Poveda (franco-español), es asesinado en El Salvador después de su documental acerca de las maras, grupos violentos de barriadas de El Salvador, infiltrándose entre ellos cámara al hombro. Pandillas, tatuajes, odio, armas, droga y asesinato. No hay mucho margen para la cinematografía cuando filmas todo esto, simplemente filmas y muestras. El éxito de la película por tanto no es tanto artística sino documental, con la realidad que pasa la frontera, cruza el obejtivo y salpica al director.
Impactante en su recogida de imágenes, nos llevará a un mundo lejano, que se nos olvida, pero que existe en una hispanoamérica necesitada de medios para superar estos lances, difícilmente aniquilables habida cuenta la existencia de los mismos, en menor incidencia en países tan poderosos como Estados Unidos. Una oportunidad de ver en exclusiva el concierto en el que se basa todo, el lugar en donde se complican las cosas. Una oportunidad de ser conscientes y como no, olvidar en seguida, es lo más fácil.