Laia Manresa, coguionista del fallecido Joaquim Jordà, apoyada en Sergi Dies, trata de sacar adelante, mediante los archivos de su afamado compañero conocido por su aportación al documental en el terriorio nacional, una película documental de garra, con posos de manufactura y dedicación de alma.
La heroína en los años ochenta, aquel planeta de las drogas desconocidas por aquel entonces, los recuerdos de esas personas que ya no están y no sabían que no iban a estar, de toda índole, es el centro de atención de un metraje en el que espero ese toque de realidad bien documentada, con el momento bien grabado en grafía y piel, como para atrapar en sus compases al espectador medio no demasiado habituado a esto de sentarse ante una no trama.
Autenticidad y arte artesano, concilio de imágenes y emociones, información y teletransporte a una era no tan lejana pero bien cierta, en donde el mundo no era el mismo, en donde Barcelona y sus jóvenes quedan bien retratados y respetados en este recuerdo crudo pero fiel del momento vivido. Eso es ofrecer un documental y eso creo que es Morir de día.