Crítica de la película Happy. Un Cuento Sobre La Felicidad por Keichi

Engañosa comedia


4/5
29/09/2008

Crítica de Happy. Un Cuento Sobre La Felicidad
por Keichi



Carátula de la película Un primer vistazo a esta película puede llevar a engaño. En efecto, pareciera que el último proyecto del británico Mike Leigh fuera una comedia en toda regla. Esa primera impresión no anda desencaminada, pero la verdad es que no es del todo cierta. De acuerdo, el director de El secreto de Vera Drake ha decidido suavizar el tono de su habitual sátira social, pero no por ello deja de hablarnos del estilo de vida londinense y sus problemas a través de historias a pie de calle.

Poppy Cross es una maestra de parvulario que roza la treintena, aunque por su actitud parece que siga siendo una niña. Eternamente optimista, su modo de ver las cosas constituye un mensaje vitalista como pocos se han visto en el cine. Pero Leigh es lo suficientemente inteligente como para no convertirla en un estereotipo de niña rosa. Ciertamente, el retrato de su personaje tiene dos caras y trasciende de la maniquea visión del espíritu libre. Poppy sabe afrontar los problemas con los pies en el suelo cuando la situación lo requiere y es una persona dotada de una gran sensibilidad hacia el resto de la gente. La película sigue los sucesos cotidianos de su vida, haciendo especial hincapié en sus clases de conducir a cargo de Scott, que habita en las antípodas emocionales de la protagonista.

Este cuento sobre la felicidad se queda a medio camino entre la comedia y el drama. De hecho, la película corre el riesgo de ser incomprendida por el público que vaya buscando algo desenfadado. Salvo en contadas ocasiones, la carcajada no llega nunca a aflorar en el espectador, pero casi todo el conjunto de la película se ve con una sonrisa en la boca. Ningún canon del cine dice que la comedia tenga que aspirar constantemente a la risa floja, pero es mejor pensar que el director ha buscado precisamente esa sensación de optimismo que roza lo cargante. Mención especial merecen los modelitos que Poppy luce durante todo el film. Cuando hay una aproximación al drama, muy contadas, nos damos cuenta de la verdadera naturaleza de la película. Destaca la visita a la casa de la hermana mayor, un claro insulto a los valores tradicionales británicos. Con todo, algunas escenas como la del encuentro con el mendigo no aportan gran cosa.

Evidentemente, Sally Hawkins es la piedra angular del film. Verla despertarse después de una noche de fiesta, dando clases en el parvulario, bailando flamenco o tratando de dar conversación a todo el mundo es extrañamente hipnótico pero en ningún momento produce vergüenza ajena. Todo se debe a la increíble interpretación de la actriz, algo que también supo ver el jurado de la pasada edición de la Berlinale. Pero tampoco se queda atrás su antagonista, Eddie Marsan, que borda su papel de paranoico e irascible profesor de autoescuela. Sus facciones siempre han sentado bien a este tipo de personajes excéntricos, pero los tics que introduce por cuenta propia son fantásticos. Es una lástima que su labor haya pasado tan desapercibida.

Happy: Un cuento sobre la felicidad levantará pasiones encontradas, pero en cualquier caso dará que hablar. Aunque un tanto difuso, el mensaje de su director es un ataque frontal al estilo de vida actual, a la agresividad de nuestro día a día que acaba por consumirnos. ¿Es preferible ser un iluso optimista como Poppy a un ser amargado como Scott? La pregunta cae por su propio peso. Como bien dice la protagonista al final de la película, a pesar de todo, seguimos adelante. Su lección bien podría servirnos para encarar la vida de otra manera. El que haya decidido hablar de estos temas a través de una historia como esta no deja lugar a dudas. El cine de Leigh no se ha relajado. La suya es una película muy personal.




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Happy. Un Cuento Sobre La Felicidad en festivales: Festival de Berlín 2008 , Festival de San Sebastián 2008




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