Crítica de la película Vicky Cristina Barcelona por William Munny

Uno piensa en este título y lo único que le viene a la mente es glamour, después glamour dirigido por Woody Allen, y después, éxito de moda. La calidad del film puede estar muy en entredicho, o al menos el tope de calidad de un director que a veces, bastantes últimamente, baja el pistón bastante (véase Scoop), no llegando al límite de sus fuerzas (véase por favor Match Point). Comprensible, con los años que tiene.

Al otro lado del telón tenemos a los fenómenos del momento, tanto en lo mortal como en lo divino, y el listo del cachondo neurótico los reúne para hacer de ellos la carnaza que todos quieren, liarnos todos con todos. No será suficiente pero al menos será decente. Scarlet Johanson, que ya no sabe decir no a nada (Diario de una niñera o In good company), sus papeles son cada vez menos brillantes, pero más intensos, Penélope Cruz, dispuesta a entrar de lleno como sea y a ser amada por Hollywood (Elegy) y el fiero de Javier Bardem, que de vez en cuando se da caprichitos de actuación como este que hace con la punta de su talento (difícil de escuchar tras No es país para viejos y su Óscar).

Al fin y al cabo, esto es un parón en el camino, sin demasiadas ambiciones, más apto para los amantes de estas estrellas y los que no nos perdemos ni una de las del mago del cine de humor ácido, pero no estamos probablemente ni siquiera ante algo medianamente mejor que nada en especial. El mismo toque de siempre de cámara sencilla que deja escuchar, algunos chistes medio buenos, pero siempre esa falta de chispa y de historia tremenda. Para ser un juego no estará mal, otros de la misma manera y con todas las ganas del mundo no llegarían ni a la mitad.