La escueta fórmula con la que titulo esta precrítica ya deja bien a las claras lo que pienso de esta película. Pero por aportar ya más datos antes de meterme brevemente en faena, diré que tampoco es un film que correré a ver al cine; si cae, bien; si no, qué se le va a hacer.
A Clive Owen estas peliculillas de tiros, violentonas, le vienen muy bien. Además parece que le gustan, y entre proyectos de más enjundia siempre le ha apetecido meterse en barrizales como el que nos ocupa.
Y el que nos ocupa tiene pinta de saber lo que tiene y lo que puede dar; ni una bala más. Pero aprovecha las que tiene para, seguramente, no fallar un solo disparo. Mucho humor grueso, mucha carne (especialmente explotada estará la de Monica Bellucci), con un buen par de escenitas de sexo sudoroso entre sus protagonistas y mucho tiroteo.
Serán escenas de acción frenéticas pero a medio camino entre la violencia seca del cine de acción de toda la vida y las barrocas y a menudo sobrecargadas coreografías de la más reciente generación de películas del género.
Con estos ingredientes la película puede resultar divertida como se puede ir directamente al carajo. La clave estará en los personajes. No, no pido personajes de cuajo en una película así. Es pronto, aún no he bebido. Sólo quiero que esos personajes tengan gracia, y cojones, y sobre todo labia. Porque no es casualidad que una buena escena de acción mole más con un John McClane deslenguado que con cualquier otro maromo tan machote como mudo.
Y no olvidemos que, para esto, la película juega a su favor con dos nombres: el citado Clive Owen y el fabuloso Paul Giamatti, uno de esos rostros nacidos para secundario de los buenos, de los que elevan el nivel de sus películas. De los que se agradecen, no sólo ahí al lado si no, a menudo, ahí en medio.