Me fastidia sobremanera tener que poner una nota tan insulsa como esta a una película de terror que me ha hecho pasar momentos de autentico pánico, pero a la vez tiene turbada mi percepción. La jeta que se gastan James Wan y Leigh Whannell en algún pasaje del film es tal, que uno no sabe si aplaudirles o abuchearles por ello. Da la sensación de que hay momentos de sentido homenaje al terror de los ochenta y otros en que parezca que quieran burlarse del género. Y para explicarme, vamos a ir por partes.
Su comienzo es todo un tributo a las películas de casas encantadas. Tiene escenas erizantes, como en la que la alarma de la casa salta una y otra vez, con esa puerta abierta, que no enseña nada pero que lo dice todo. Virtuosa la cámara de Wan siguiendo a nuestros protagonistas inspeccionando la casa, que crea un ambiente angustioso y electrizante. O esa en la que el hermano pequeño se levanta de la cama, dónde puedes sentir el pavor dentro de él y cierra la puerta para protegerse de lo que rodea a su hermano, que nadie ve pero que todos sentimos. Y por supuesto, esas sombras tras las ventanas, acechantes y amenazadoras. No me importa que se juegue al susto fácil levanta culos de butacas, porque a la vez se ha creado un ambiente viciado de padre ausente y madre desquiciada que no saben a lo que han de enfrentarse.
Hasta aquí todo un correcto catálogo ejecutado a la perfección sobre casas con espíritus. Pero Whannell supongo que llega un momento que quiso desmarcarse del resto de tópicos del género y cambia de rumbo en el guión introduciendo cosas extrañas. Puedo pasar por alto la máscara de guerra de la médium unida con el tubo al ayudante, puedo pasar por alto el extraño efecto conseguido entre maldad y excentricidad del ente diabólico, pero el exceso de teatralidad de los muñecos no muertos en la casa del plano astral me ha superado. Aun no entiendo que sentido tienen, al igual que ese tono circense en medio del clímax de la cinta.
Sin embargo, el final, con ese juego de espejos entre el padre y su eterno fantasma perseguidor que acojona solo con mirarla, me ha encantado, dando pie a un final sorpresa fiel al estilo Saw como marca de la casa.
Muchas cosas buenas y otras no tanto. En resumen, un experimento no tan fallido como fue Silencio desde el mal de esta talentosa pareja, que deja muy buenos momentos para pasar miedo, pero otros desconcertantes de tan transgresores.