Takashi Miike es un mestro del
cine de terror y de ultraviolencia japonés, aunque en esta ocasión
lo que nos ofrece es una historia clásica de Samuráis, homenaje al
cine de Kurosawa. Miike no sólo es un tipo capaz de hacerte rechinar
los dientes con su gore incisivo, es muchas cosas más. También es
capas de desplegar un ritmo modernísimo, como demostraba en Ichi
the Killer. Por eso creo que, a la vez que honra a los clásicos,
sabrá renovarlo y ofrecer una película actual.
La unión de lo clásico y lo moderno
puede producir un film verdaderamente épico, con una recta final de
la que se está hablando muy positivamente como un derroche de acción
brillante. Un argumento muy básico, que ya hemos visto mil veces,
sea en este tipo de cine, en el western o en el bélico, pero que no
será más que la excusa para un verdadero espectáculo de aventura y
acción. Y no será este el ya manido show circense digital
al que nos tiene acostumbrados el cine chino - y en especial Zhang
Yimou, sino algo mucho más realista y con la brutalidad del mejor
cine japonés.
Atesora varios premios y compitió en
el festival de Venecia. En Sitges se llevó el premio del público.
Imprescindible.