Crítica de la película Crash por Hypnos

"Crash" no es la mejor película del año, de hecho, "Crash" no es la mejor del año en ningún apartado, y, desde luego, mucho menos en guión. Porque en este punto prefiero la tralla política y pseudopolítica de "Munich", por poner un ejemplo cercano, que esta colección de sketches sobre el racismo.

Esta película viene a ser "El código Da Vinci" de los bestsellers.

Me explico. ¿Qué hizo Dan Brown antes de escribir "El código Da Vinci"? Pensó y estudió el mercado literario y comprendió que la gente, los lectores, se pirran por historias en las que se mezcla la pseudohistoria con la religión, con enigmas y...por supuesto, con Templarios, Rosacruces y demás. Él lo captó y lo plasmó en una novela parida para el éxito.

El proceso de Haggis se me antoja similar. ¿Qué mola? Películas que traten temas sociales desde perspectivas neutras (ni muy intelectuales, ni muy burdas), y, sobre todo, las historias en las que se cruzan personajes. No sé por qué pero es algo que a todos nos encanta. ¿Qué más gusta al personal? Pues los diálogos de moda, los que creó Tarantino y no dejan de repetir, al igual que su estructura desordenada, y los guiones y montajes de películas como las que hace Iñarritu. Todo esto mezclado con música pegadiza da como resultado este producto parido para el éxito.

Yo, como tantas veces he explicado aquí, no estoy en contra de las casualidades en el cine, por lo que obviaré este tema.

La dirección en la mayor parte de la película no me parece acertada, así como su fotografía sí que me interesa, sobre todo porque está muy en la línea de Los Ángeles que posteriormente se fotografió en "Collateral".

Hay personajes que sobran, insulsos, insoportables, como el que interpreta Ludacris, como el que interpreta Bullock, su historia es el colmo de lo burdo y de la falta de sutileza, ni qué decir tiene la historia de los persas y la más que previsible escena en la que va a ir al encuentro del sudamericano con intenciones de pegarle un tiro (apoyo lo que sobre esta escena comentó Beiger.  Hay otros que en cambio me interesan más, en cierta medida, Mat Dillon, y el de Don Cheadle.

Haggis nos vuelve a deleitar con sus golpes al lacrimal, porque parece que sólo sabe crear a partir del conflicto dramático extremo, como la escena del coche en el accidente implicada Thandie Newton. No le vale a Haggis con que sea el mismo policía que le metió mano la noche anterior, sino que además, para colmo mete el riesgo del fuego, otra muestra más de sutileza obtusa.

El producto huele a prefabricado y a aceite de máquina de engrasar, nada fluye, todo se maneja dentro de un no tan enorme tablero de ajedrez en el que si no se habla de racismo o no hay más de razas en una escena, se acaba el mundo.

Si el año pasado la Academia apostó por un guionista, Charlie Kauffman, creativo y que hicieses pensar, esta vez ha optado por dárselo a este chico de la coca-cola que es Paul Haggis.

En fin, afrentas mayores ha hecho la Academia de Hollywood, luego sólo cabe la resignación.