Bong Joon-ho nos
regala una excelente película híbrida, muy en la línea de Memories of Murder, que conjuga de un modo aparentemente
incompatible (para algunos espectadores así lo parece por sus reacciones desmedidas) el
humor con el thriller. El director parece no tomarse demasiado en serio a sus
personajes, por los pequeños toques cómicos que los rodean, y sin embargo, es
capaz de llevarlos al lado más oscuro al instante. Este difícil equilibrio es
la marca de la casa de este cineasta. Sabe conseguir un cine de género serio,
con intriga, con suspense, pero ofrece escenas abiertamente cómicas. El ejemplo
más claro lo tenemos en el plano inicial, de la protagonista bailando, que es
divertido, a la vez que encierra una mirada perdida y termina en otro plano (el
que lleva el título de la película), que además de ser un interesante
flashforward camuflado, introduce ya la tragedia.
Intensidad y fatalismo, y unos personajes con interior, que
sin ser demasiado realistas -son más bien novelescos- resultan
tridimensionales, y podemos sentir sus miedos, comprender sus mentiras, compartir
su dolor. Un trabajo alejado de los tópicos que se mueve por caminos menos
transitados, imponiendo sus reglas personales dentro del cine de género.
La factura, como siempre es impecable. El director consigue
una realización muy dinámica, con movimientos de cámara muy fluidos. A todos
los niveles técnicos, tenemos un resultado excelente. Una buena película.