Los videoclips, la más clara expresión de música con imágenes, ya no existen. O al menos ya no como auténtica plataforma de popularización de una canción. Tras la crisis de las discográficas y el recorte de gastos, afamados directores de videoclips como Spike Jonze, Cunningham o Gondry han huido hacia la publicidad o el cine. La Mtv se dedica a dar realitys y algún videoclip de raperos... y quizás todavía en youtube o sitios similares uno pueda encontrarse alguno hecho con algo de dinero...
En éste escenario la película musical cobra una papel mucho más importante que el que tenía antes. Sobre todo si la entendemos como un conjunto de videoclips guiados por una línea argumental. Esto es lo que suele ser normalmente. Los personajes y las historias se simplifican hasta ser tópicas y a cambio se ofrece un espectáculo de luces y música con diferentes resultados. En éste caso estamos ante una Rock Opera con tintes góticos, futuristas y de terror. La verdad es que la fórmula me resulta bastante atractiva. Mi mayor miedo con ésta película es aburrirme. Y es que en el caso de los musicales suele ser habitual que las canciones se repitan y parezcan todas la misma.
Si todo va bien puede ser un espectáculo ameno al que acudir sin pararse mucho a reflexionar si se puede considerar una película o no.
Veremos.