Crítica de la película The Cove por William Munny

The cove es un acierto, y lo es desde muchos puntos de vista. Su carácter denuncia, su modus operandi, su ritmo, sus guiños, su correcta maipulación de los tiempos, y su excelente calidad, consiguen además que hasta el menos amante de la naturaleza se conciencie un poco de la estupidez humana, de la barbarie subvencionada y de la desinformación que rodea el medio económico.

Claro, con este logro uno puede pensar que no será demasiado bello, pero también, porque las líneas trazadas alrededor del delfín, la intención de mostrarlo dentro y fuera de su cautiverio, están colocadas de forma que se contemple con entero disfrute, con entero entendimiento. Se trata de un bueno de película al servicio de una film con cierta acción, con cierto misterio y sobre todo, con malos, pero esos malos sin escrúpulos. Y cuando logras eso tienes una legendaria fórmula de historia que siempre consigue atentos adeptos en una gran pantalla.

Pero por encima de todo, también tiene ese factor denuncia, con datos, con rostros, con situaciones que rozan el ridículo y la risa sencilla, en una realidad como la vida misma, superando la ficción. De un pequeño delfín hembra, llamado Kathy, a su cuidador Richard O´Barry, pasando por el mundo entero, por el largo y agónico mentir de un mercado prefabricado por y para un egoista fin. Todo esto lo muestra con capacidad, con limpieza, con sencillez y con sentimiento.

El aplauso fue sincero en la ceremonia de clausura del Festival de Ecozine de Zaragoza, donde tuve la suerte de acercarme a la película, porque cuando el cine logra acecarse al alma, uno ve mejor que nunca que es un medio estupendo para mostrar y compartir al ser humano y cuanto le rodea, y esta vez han sido 30.000 delfines al año junto con él.