Whit Spillman es considerado un director independiente pero sus películas son 4, así que entrar en la rueda de ser llamado director necesita de más hazañas y además, más repartidas en el tiempo. Desde su primer y exitoso film en 1990, Metropolitan, nominado al Óscar al mejor guión original, este también guionista ha dejado pasar muchos tiempos entre películas y película. Barcelona en 1994 y The last days of disco en 1998, esta última con mucho bombo pero poco platillo, han sido los trampolines hasta llegar a esta renombrado Damiselas en apuros dentro del circuito de los de yo me lo pago y guiso.
Adolescente e inocente, el grupo de chicas que proponen cuestiones metafísicas en su mundo particular tiene el enfoque gracioso de las reflexiones no irreverentes pero sí ingeniosas manteniendo el ritmo del género universitario/instituto de casi siempre. Parece pues un cine de entretenimiento que ha habido que cubrir de raciocinio y personajes más capaces para despuntar y soltar algo meramente comestible dentro de la intelectualidad que se atreva a acercarse al cine más sencillo.
Lo que ocurre es que algunas películas independientes molan y otras siguen siéndolo y no molan. Trasnochar detrás de guiones no cautivos del capital no garantiza el éxito, vender tu producto como algo semialocado y fuera de norma no se sumerge en la buena aceptación porque sí, pero indudablemente, el subproducto que se crea ya tiene su recorrido económico y sus mercados de entrada. La independencia también se vende y tiene su escaparate, y no todo lo que se cuela aunque sea distinto da un salto de mejora.