Las intenciones de la adaptación de una obra de Mel Brooks en teatro al cine son pocas o al menos poco valientes. De obra de teatro a cine sin pasar por casilla de salida, porque el cine es otra cosa que planos frontales que hagan recordar el escenario, el cine es una conjunción mayor, y esto suele suceder cuando se adaptan y no se basan. Estoy seguro de que la directora Susan Storman ha disfrutado no moviendo la cámara demasiado y dejando hacer, pero en la gran pantalla se necesita un encuadre más amplio, desde luego.
Desde otro punto de vista, me gustaría comentar que Broderick es probable que sobre en un munco cómico en el que no entra ni con calzador, su destino dentro de la risa ha sido siempre la comedia romántica o el cine infantil, pero más allá de lo que nos ofrezca la para mí desconocida capacidad de la obra, no hará gracia aunque sus compañeros se esfuercen por ayudarle.