La anatomía de este film es lenta y a la vez osada, cosa que siempre me ha enganchado en la butaca, aunque eso sí esta técnica necesita de un guión elaborado para no caer en el sopor. Helen Mirren, Redford y Dafoe se conjuntan perfectamente para conseguir el climax, la personalidad y el interés de una historia llena que poco a poco se escapa de la concepción y misterio de un secuestro hacia las vidas y sentimientos no demasiado profundos pero sí curiosos e intensos de personas decepcionadas.
Cuenta una historia, la vida de los personajes, los momentos que provocan situaciones y sobre todo las dudas de un mundo que a veces arrastramos. No es una película de acción, es un film de profunda raíz y en esto se crece dentro de la sencillez de sus pasos.
Frases como "no se puede volver atrás" o "ella creía que le había dejado" dejan a un lado el secuestro para mostrarnos un matrimonio, una esposa, un marido, un ser agotado y en cierta manera desesperado que al final, de una manera que solo puede ocurrir en el cine de cierta edad, lo digo por la media de los actores y personajes, confluye en la comprensión de una vida que ya no es excitante ni altanera, que es rica con el paso de los años.
Yo, y los que hayan visto el film entenderán, estoy seguro porque no concibo imaginarme vivir sin películas así.