El vientre del arquitecto o El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante son algunos de los ejemplos del cine teatralizado y experimental de un autor inglés incomprendido y admirado, pero eso sí también, reconocido como extraño y especial lejos de sus contemporáneos. Peter Greenaway nos va a mostrar la vida y milagros de Rembrandt, el famoso pintor holandés.
Esta co-producción entre Canadá, Francia y Reino Unido, no va a resultar tan fácil de entender y seguir para el espectador menos codicioso de trama, o al menos deseoso de rapidez, porque el exceso de escenas largas, de conversaciones muy distintas a las habituales de películas de época, con un sexo lejano pero intenso y una cámara que se situa como si ante una pintura se tratase, suele ser el fundamental proceso de realización del estudiado director.
Sin embargo, aunque parezca que todo el arte del film parezca viajar desde la rareza, nada nos puede confundir de la idea de contemplar también un film distinto que ahondará en los interiores de un personaje, mucho más allá de simples hechos históricos, y además aderezado de una trama especial al uso que se podrá disfrutar en mitad de la peculiar forma de mostrarnos el metraje.
Martin Freeman (The good night) entusiasta y con registros, Emily Holmes (The Wicker man) como guapa o Toby Jones (Historia de un crimen) como actor de renombre son los encargados de descubrir un film muy de teatro en las interpretaciones.
Buena luz, buenas actuaciones, buen vestuario y eso sí puede que de banda sonora más justa, se muestra como una oportunidad de disfrutar y bien de la calidad de esos locos que a veces hacen cosas que aunque resulten agarrotadas también son excelentes. Yo animo con pasión.