Crítica de la película No habrá paz para los malvados por Romulo

Llego el tercero a esta post-crítica. Soy el último de los que hemos podido ver, de esta web, No habrá paz para los malvados en el Zinemaldia. Sherlock la vio ayer y, leyéndole, creo que poco puedo aportar, ya que coincido al 100% con sus impresiones. Leo a Olmo y me sorprendo por su velocidad, ¡la hemos visto esta mañana en el mismo pase! Le encuentro también muy satisfecho con lo que nos ha ofrecido Urbizu.

Empezaré por remarcar algo que a ellos no les leo: Quizá la trama paralela que protagonizan Chacón y Leiva, juez y policía, es algo convencional. Los personajes son de por sí más (voluntariamente) mundanos y eso marca a fuego esa parte 'colateral' de la película, donde además Urbizu se deja llevar por caminos más usuales en el género. Es la esperable, paulatina y esclarecedora investigación policial de los hechos.

Claro que tanto ahí como en el conjunto de la película coincido con Sherlock en que Urbizu acierta al pintar con una sensación de verdad, de nuestra más cercana realidad, todo el relato. Rachid no es el malvado "moro" de turno que esperaríamos de otras torpes producciones. No, aquí es un inmigrante cachas, vestido de chándal, stripper y "relaciones públicas" (así se autodefine en una escena hilarante; se agradecen los esporádicos ramalazos de humor), un personaje que no es que podamos definir como perfectamente creíble, es que... ¿acaso no hemos visto varios 'personajes' como este en nuestras ciudades?

Pero por encima del dominio del género que Urbizu demuestra, por encima del buen sentido del ritmo, por encima de la verosimilitud de personajes y momentos, por encima de todo sobresale el caramelo que el director vasco ha regalado una vez más a José Coronado. Y éste no solamente lo aprovecha, sino que magnifica la propia película con cada gesto, con cada frase, con su mera presencia animal. En cada segundo que él pasa en pantalla es imposible que la historia pierda el interés del espectador.

Decía Sherlock que Coronado apunta a premio. Desde luego merece ser candidato, al menos. Queda mucho Zinemaldi pero la imagen de Santos Trinidad sentado con el revólver colgando del dedo índice de su mano derecha es ya una de las imágenes icónicas de esta edición del Festival.