Un crimen múltiple e indiscriminado bien puede servir para arrancar un film narrado en tiempos verbales pretéritos y, sobre todo, subiéndose al carro de esas tramas corales en las que, pretendidamente, todos los personajes cuentan por igual.
Ésto es muy difícil. Es imposible que al espectador todos los personajes le caigan igual de bien o de mal, que todos le interesen de igual manera, y jugar con los tiempos dedicados a cada uno es clave, además de mantener el listón y las exigencias con cada uno de ellos, su historia, sus circunstancias.
Ante todo, nada de dispersión. Una película sobre cinco, o seis, o siete historias, debe seguir siendo una película, una única película, una única historia realmente. Ahí es donde dudo que Rowan Woods, esforzado realizador de trayectoria endeble y muy televisiva (la poco conocida Little fish es su anterior trabajo en Cine), tenga capacidad real para ofrecer la solidez que requerirá el conjunto.
También es importante la firma y el pulso de quien se encargue del guión. Aquí tenemos a Roy Freirich, y la referencia es nula: Es su primer trabajo.
Escasas garantías para una película cuyo relativo reclamo es su reparto: La discreta Kate Beckinsale, el estajanovista Forest Whitaker, un Guy Pearce algo perdido, la creciente Dakota Fanning, el perturbador Jackie Earle Haley y la ex-Instinto Básico Jeanne Tripplehorn.