Crítica de la película Wu ji (La promesa) por Iñaki Ortiz

Esta película no tiene que verse necesariamente como una película. Puede -quizá debe- verse como un espectáculo, como quien se compra unas entradas para el circo del sol. Será un derroche de colores, movimiento y música, de imágenes grandiosas y situaciones imposibles. Épica y lírica fundidos en el producto más típicamente chino.

En los últimos tiempos, este tipo de cine se dedicaba a rodarlo el renombrado Zhang Yimou (La casa de las dagas voladoras, La maldición de la flor dorada…), pero en esta ocasión es otro director chino el que se encarga, Chen Kaige. Al igual que el otro, sus trabajos anteriores son de otro tipo y están reconocidos. En 2002 presentó en el festival de San Sebastián la película Together, una bella historia sobre un jovencísimo violinista. No es que fuera una gran maravilla pero era tierna y seguramente eso fue lo que le propició dos premios en el Zinemaldi, mejor actor y mejor director.

El film pasó por el festival de Moscú el año pasado. En el Fantasporto se llevó un premio dentro de su sección Orient Express. Fue nominada a los globos de oro, a los del año pasado, que por supuesto nos llega con cierto retraso. Pero por mucha vuelta que le queramos dar en cuanto al director y a los premios y a si se ha visto aquí y allá, la película es lo que es, para bien y para mal. Un derroche visual para los amantes del género. No será de las mejores dentro de su clase pero creo que cumplirá expectativas.

En el reparto encontramos un par de caras conocidas. En realidad, una de ellas no es una cara, sino una voz, por lo que en las versiones dobladas no existirá, se trata de Anthony Wong, el Ghost de Matrix Reloaded y Revolutions, con más importancia en el videojuego. Hiroyuki Sanada es la otra cara que se puede localizar fácil, lo hemos visto hace poquito en Sunshine, como el capitán de la nave.

Un producto que seguramente consigue aceptablemente su objetivo, pero a algunos hece un tiempo ya que nos aburre un poco este objetivo.