Crítica de la película The Grandmaster por Iñaki Ortiz

Espectáculo virtuoso y poco interesante


3/5
12/01/2014

Crítica de The Grandmaster
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Estoy más que dispuesto a aceptar que una película no me cuente nada si su apuesta formal me llena por sí sola. No soy un esclavo del guión, ni voy a ir tachando de videoclip a ninguna obra. De verdad, en ese sentido, open-minded total. La nueva película de Wong Kar Wai es un espectáculo visual, y sin embargo, no me ha interesado lo más mínimo. Básicamente por dos razones: porque su desarrollo narrativo me parece muy fallido y porque el apartado visual, siendo muy vistoso, no me parece suficiente para compensar esa carencia. Y ahora vamos al detalle.

Una cosa es que la película no cuente nada, como puede ser el caso de El extraño color de las lágrimas de tu cuerpo; que su contenido sea básicamente metafórico, como Solo dios perdona; que sea reiterativa, como Spring Breakers; que sea tan simple como Gravity; todas ellas películas que me han resultado gratificantes, como mínimo. Pero otra cosa muy distinta es que la película si quiera contar algo, quiera hacerlo de forma convencional, y que fracase estrepitosamente, como es el caso de The Grandmaster. Amaga continuamente con construir un hilo de interés, que pronto queda diluido -posiblemente por la exigencia de mantenerse fiel a la historia real. Todo parece estar a punto de cobrar importancia: la guerra, el enfrentamiento con el sucesor, la resistencia, la historia de amor, la formación en las escuelas en Hong Kong... pero todo se diluye en un desinterés absoluto, sin hitos dramáticos de ningún tipo. Tampoco los personajes terminan de cobrar importancia. El cuchilla aparece tarde y no termina de tener un lugar en la historia. Ip Man parece estar preparándose toda la película para su gran momento, y no lo tiene de ningún modo.

Por otro lado, como decía, la apuesta formal no me parece suficiente para compensar ese otro vacío. Sí, las peleas son muy disfrutables. Son claras, elegantes, resolutivas. En ocasiones sirven para mostrar otro tipo de lenguaje corporal, con el ejemplo más evidente en el baile sensual entre Ip Man y Gong Er. Escenas de grupo muy espectaculares como la inicial bajo la lluvia, o el enfrentamiento de el cuchilla contra un grupo en la calle. Quizá demasiadas en un entorno interior de escenarios parecidos. Y un cierto tono de fondo de videojuego con el tren interminable de la batalla entre Gong Er y el villano -resuelta, por cierto, en un flashback sin apenas importancia. En cualquier caso, es obvio que estos enfrentamientos son lo mejor de la película. En la línea del cine clásico de artes marciales, con una sofisticación mucho mayor, pero alejado del artificio de los últimos trabajos de Zhang Yimou en el género. Fuera de estos combates, aunque se puede apreciar el sello del director en el vestuario, en cierto romanticismo retro; no hay un resultado lo suficientemente poderoso que pueda camuflar los problemas del guión. Además hay demasiadas molestas cámaras lentas en posproducción (la diferencia es que la ralentización funciona a saltos, una elección formal que no me ha convencido en absoluto) y el uso de los sepias y demás efectos para fotos resulta algo obvio y muy convencional.

En resumen, unas virtuosas escenas de combates que no compensan dos horas de narración dispersa y personajes desaprovechados.



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