Contra todo pronóstico a veces llegan a nuestra cartelera títulos menos llamativos pero con suficientes razones como para ser la candidata de nuestro tiempo de ocio cinematográfico. Uno puede estar esperando esta o aquella, apuntando la fecha de estreno en el calendario...pero cuando uno pasa mucho tiempo intentando decidirse mi consejo es siempre ir a la sorpresa, a la desconocida. Hay que arriesgar sin hacer ninguna locura. El arte de pasar de todo puede responder perfectamente a película estado de ánimo y paliativo, la típica cinta que no se equivoca en intenciones y soluciona más de un rato de hambre y duda. Pueden ser la lágrima o la carcajada amable que uno necesita, el espacio y el tiempo.
La comedia romántica estandar agoniza. Y a falta de una nueva era que sustituya los viejos vicios, made in USA puede ser una píldora curativa. El cine independiente norteamericano (incluyo a Canada claro) ha demostrado desde los distintos festivales principalmente que goza de salud con títulos como Take this waltz, La boda de Rachel o Happythankyoumoreplease entre otras con un resultado evidente: ligereza. Creo que es un formato fuera de los nombres propios que puede decir tener el consenso de la mayoría del público en hablar muy bien de ellas y recomendarlas.
En esta ocasión, el título tan sugerente y atractivo como deciros que ha sido presentada en Sundance y está escrita y dirigida por Gavin Wiesen, un debutante que puede apuntar maneras. El arte de elegirla puede haceros pasar una tarde que es de lo que se trata al fin y al cabo, sobrevivir a través de la gran pantalla. Otra tarta de frambuesa que no queda pesada y como a nadie le amarga un dulce...