Ha llegado. Ya está aquí. Para quien no lo conozca aún seremos amables diciendo que se trata de un fenómeno que allá por el año 2009 bautizamos como una rebollada. Sí, sí, rebollada. Más de uno tiembla y tiene pesadillas cuando Javier Rebollo aparece en el Festival de San Sebastián no como espectador sino como director de una película en la Sección Oficial. Sin duda alguna, hablamos de un director muy querido por el jurado de turno, por la propia organización y que nunca se va de vacío. Podemos decir que Javier Rebollo es al Festival de San Sebastián lo que un niño a los Reyes Magos: nunca se va de vacío. Aunque se porte mal siempre hay premio y el carbón se lo damos algunos que no nos conformamos con cualquier cosa, que sentimos el deber de decirlo y querer lo mejor para la sección más oficial del Zinemaldia. La mujer sin piano fue el comienzo de este fenómeno: la rebollada.
El director español aterriza en Donostia para presentar su último trabajo El muerto y ser feliz. De nuevo un título sugerente, bipolar, extravagante, directo, atractivo y que señala lo divertido mientras se esconde con un arma de doble filo. Esa seña de identidad es la propia marca de la casa de un Rebollo que se encarga también del guión, vamos, valiente y todoterreno hasta que derrape y tenga que tomar las curvas más despacio. Una mención especial a José Sacristan quien sin duda considero un abanderado en cualquier película que indudablemente por el peso de su calidad lidera y liderará. En consecuencia, interpretación madura y de disfrute donde las haya.(¿será el Coronado de este año?) Por otra parte, Jorge Jellinek quien protagonizó La vida útil, película que también salió bien parada por la crítica y algo menos quizás por el público. Una cinta pequeña pero auténtica. Por último, esta última rebollada es una coproducción entre dos hermanas como son las casas española y argentina.
Película de corte comercial pero que juega al despiste y querer contentar a todos. Rebollada significa dárnosla con queso pero también un experimento que siempre se mira de reojo por si cuela. Rebollo es sinónimo de premio seguro porque el real decreto de otras ocasiones parece mandarlo. Un clásico del Zinemaldia que, recuerdo, está más vivo de lo que parece. ¿Lo veis? Ahí está, ya llega, es...la rebollada. No habrá ultimatum esta vez.