Se estrena en nuestras pantallas la última obra del que sin duda es el más famoso de los maestros del anime, Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro). Conociendo su nombre o no, prácticamente todos conocen parte de su obra. El director se encuentra a medio camino entra la condición de culto y la comercialidad, esto lo hace interesante para gran parte del público.
Por un lado, los fans del anime japonés difícilmente dejarán pasar un título de este director. Pero también los espectadores que aún siguen dispuestos a seguir apostando por la animación de la vieja escuela, la que sigue atrapada en sus dos dimensiones y le da la espalda a la última tecnología informática, podrán acercarse sin demasiado miedo a este título. Por supuesto, los padres con hijos suficientemente pequeños como para no pedir aún sus High School Musicals, pueden optar por la película. Y en general, cualquier cinéfilo que siga al director japonés o que simplemente se deje guiar por la muy buena aceptación de prensa que tuvo esta película en la pasada edición del festival de Venecia.
El punto conflictivo: seguramente esta nueva película será algo más infantil. Un cuento sobre un pececito puede no ser para todos los públicos, este pececito no es Nemo ni habrá chistes para adultos. Donde podremos agarrarnos el público adulto, además de en la nostalgia de la infancia, será seguramente en la poesía de sus imágenes y en la sensibilidad. Esto para gran parte del público no será suficiente.
En cualquier caso, nos encontramos sin duda ante un producto de alta calidad, original y entrañable. Yo no quiero perdérmela. Será un descanso del arte de Pixar, que también hace falta.