Crítica de la película Moon por Romulo

Como siempre con una postcrítica, en Precríticas remarcamos que aquí sí puede encontrarse el lector con spoilers. Es normal: Entramos ya a analizar a fondo la película. Es por ello que siempre insistimos: ¡sólo leer en caso de haberla visto! Pero ante un título como Moon prefiero incluso recalcar y repetir ad nauseam este mensaje. Que quede claro. Porque es una película que conviene disfrutar desde el vacío informativo. Sin saber absolutamente nada de antemano.

Sea como fuere, y no gracias a la pírrica distribución de la película, que me ha obligado a buscar otras vías, por fin he podido ver el tan aplaudido debut de Duncan Jones con semanas de retraso. Iba con expectativas y, ciertamente, no me ha defraudado, riesgo más que considerable observadas todas las circunstancias.

No me ha defraudado porque Moon tiene muchísimas cosas que me gustan. Empezando por su estética, hija de una mano firme y con las ideas muy claras en la realización. Jones dota a la narración de un estilo visual directo, sincero y sin aspavientos, algo doblemente meritorio cuando hablamos de un trabajo de debut, terreno donde todo novato intenta siempre lucirse con esta o aquella solución formal de relumbrón.

Esta sobria estrategia va más allá de lo estético, y atañe al estilo global del film, también en lo narrativo. Jones desdobla a su personaje inicial y marca claramente el carácter de cada uno de los dos clones a los que interpreta magistralmente Sam Rockwell. Porque al amigo Zowie le interesan los personajes y una más que pretendida sensación de veracidad.

Observaba mi compañero Sherlock en su postcrítica, con mayúscula razón, que los personajes reaccionan de manera tan coja, difusa, cobarde, a contrapie, que a menudo rehuyen descubrir de primeras la verdad, y esa demora puede acentuar el nerviosismo del espectador, incluso su impaciencia. Me gusta.

Igualmente los cientos y miles de dudas que pueden asaltar a los protagonistas, a un nivel humano, a un nivel individual y personal, cuando descubren su condición de clones, se traducen en balbuceos, en decisiones equivocadas, en disputas, en reflexiones entrecortadas que no tienen por qué acabar siendo lúcidas conclusiones. También me gusta.

Quizá no acabe de ser Moon una película perfectísima, por algún que otro instante de transición, porque su propia naturaleza no es tal. Es un hallazgo precioso, de eso no cabe duda. Y atesora varias escenas simplemente hermosísimas: El astronauta sobre la superficie lunar cayendo de rodillas y tiñendo de sangre, tosiendo, el cristal de su propio casco; o la propia muerte seca -casi matemática- del primer Sam Bell.

Moon es un golpe en la puerta suave pero poderoso, por parte de Duncan Jones, el chico listo que quiere hacernos olvidar a papá.