Promulgada desde el desconocimiento de las necesidades del espectador, esta película vendida desde la intriga no deja más que un aroma de estorbo en una cartelera ya de por sí saturada.El punto de vista de la fama y la decisión de su protagonista de vengarse de los fotógrafos suena a producción simple y de poca serie colocada por las influencias de su productor Mel Gibson. No quiero saber nada.