Y matizo mi título: para quien tenga la suerte de que la película se estrene cerca. Estamos ante una muestra más de ese cine invisible que tanto y, a veces, tan bien se hace en América Latina. El director es José Ramón Novoa, uruguayo de nacimiento pero radicado en Venezuela. Suyas son películas como Sicario o El don, que obtuvieron notable éxito en festivales.
Llega de la mano en esta nueva película de una coproducción a tres bandas: Venezuela, Argentina y España. De hecho la película está rodada en Venezuela, en la Patagonia y en Galicia.
Estamos ante una película introspectiva, de muchos silencios, de hondos dramas que llevan a personajes que se encuentran al límite de su existencia a desempolvar su vida a través de la consecución de algún sueño oculto. El arte no quedará lejos y será tratado como vehículo hacia la inmortalidad del alma. Y acechará siempre en el camino, cual trampero, la pesadez de una idea que no ha terminado de germinar en un largo redondo.
Tristán Ulloa es la cabeza visible del proyecto a nivel actoral. Si uno cree que en su vida no hay demasiada tristeza, ésta es su película.