Crítica de la película Coherence por Iñaki Ortiz

Existencialismo cuántico


4/5
04/11/2014

Crítica de Coherence
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Coherence es ante todo un rompecabezas, claro. Un reto para que el espectador reconstruya una compleja trama de hilos paralelos, equivalentes, complementarios, que sea capaz de redefinir la historia que ha creído seguir, que rellene los huecos y ordene todo ese material. Una de esas películas que requieren varios visionados, o buscar el diagrama de turno en Internet. Como Primer. Como Triangle. Con la diferencia de que, aquellas, más allá del sudoku, tenían una atmósfera interesante, unas ideas visuales potentes, que las hacían funcionar más como obra audiovisual. Coherence se apoya completamente en la fuerza de su guión, dejando la dirección en un dogma de interior sin demasiado talento. Parece que estuviera de moda esta ciencia ficción lowcost ambientada en una casa, en crudo. Estoy pensando en El hombre de la tierra, aunque aquella pretendía ser más inteligente de lo que realmente era y su acabado era mucho más precario; por lo demás, estaba ambientada en una casa, con una premisa de ciencia ficción atrevida y se basaba en diálogos inteligentes de un grupo.

La parte positiva de que esta película se apoye tanto en su guión es que este es bastante bueno. Merecido premio en Sitges y en Austin. Lo es en más de un sentido. En primer lugar, el rompecabezas no es una tomadura de pelo. Cuando aparece un elemento de misterio a uno no le queda la sensación de que el guionista esté improvisando y que luego lo resolverá como buenamente pueda; aquí las sorpresas están plenamente justificadas y, cuando entendemos su procedencia, vemos que no eran aleatorias. Esto, que parece un mínimo, se respeta pocas veces.

Por otro lado, resulta interesante lo consciente que es de las debilidades del género y hace mención expresa de ellas. Los personajes intentan no separarse, o al menos mantener grupos de seguridad. Muestran abiertamente los precedentes al nombrar directamente a Dos vidas en un instante. Quizá los personajes pecan un poco de ser demasiado rápidos e inteligentes -que es casi tan malo como tener personajes estúpidos tomando decisiones incorrectas- pero el guionista lo justifica partiendo de una cena en la que todos son los mejores en los suyo.

Coherence es una película sobre decisiones -como lo era la citada Dos vidas en un instante- y por tanto, de diferentes variables, pero no se limita a las decisiones que afectan al desarrollo del problema, si no que plantea la vida como una constante disyuntiva desde el principio. Decidir cambiar de residencia, decidir entre dos mujeres, decidir tomar una droga o no. Y por supuesto, después, las decisiones prácticas de la trama: salir a por un teléfono o esperar en casa, el azul o el rojo. Y un largo etcétera.

La película también habla sobre la identidad. Quiénes somos y qué nos hace ser lo que somos. Los personajes defienden a capa y espada su identidad (literalmente, pues luchan contra sus otras personalidades) y al hacerlo terminan haciendo cosas que no querrían haber hecho; paradójicamente, al reafirmar su Yo se alejan de sí mismos. Y en la línea de la cuestión de decisión que comentaba antes, en la historia, lo que define la identidad son precisamente las decisiones que toma cada individuo. Cada versión de la persona difiere básicamente en que ha tomado una decisión distinta. Cuando un personaje se plantea si su copia es una versión oscura, en realidad lo único que le hace diferente a esta versión es la toma de cierta decisión momentos antes. En definitiva: una persona se define por sus actos.

Esto último nos lleva a una situación interesante hacia el final de la película -desvelaré ahora un elemento de la trama- cuando uno de los personajes descubre que su mujer le ha sido infiel con otro de ellos. El otro alega que no es él la versión que corresponde con su realidad paralela, y que por tanto no es el culpable real; finalmente admite que, al haber ocurrido antes de la divergencia, todas las copias posibles de sí mismo llevan el peso de ese pecado. Es decir, aunque no sea el personaje que corresponde, esa toma de decisión común le hace idéntico, en ese sentido, al resto, porque una vez más, son las decisiones las que definen la identidad y, sobre todo, la conciencia de ese individuo. Una reflexión interesante que se desprende de este y otros momentos, para recapacitar sobre cuestiones tan complejas como la identidad, la conciencia y las decisiones. Eso siempre que el rompecabezas te permita algo de aire para prestar atención a otros aspectos.

Aunque James Ward Byrkit aún tiene pendiente mostrar sus dotes como director -también podemos achacar parte al posiblemente nimio presupuesto del film y a que es su primera película- lo cierto es que ha escrito un guión rico, inteligente y reflexivo. Y sobre todo, ha demostrado que la ciencia ficción sesuda no tiene por qué estar reservada solo a la literatura.



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