El cine africano, a pesar de los pesares, sigue siendo para el espectador occidental poco menos que una rareza. Y ello a pesar de la presencia más o menos activa de directores como Chahine o Souleyman Cissé. Ahora bien, en muchas ocasiones el cine africano se presenta, a los ojos de un occidental, con la aridez propia del desierto, constituyendo un ejemplo de lo que digo Bamako.
La película está dirigida por Mahamat Saleh Haroun, director nacido en el Chad, que dio la campanada internacional con Daratt, film con el que obtuvo el Premio Especial de Venecia en 2006 e inédito en nuestro país.
Saleh Haroun, de esta manera, viene a continuar con el camino abierto, entre otros, por el director malí Cissé, que participó en la Sección Oficial con Waati en 1995. Su nueva película plantea temas de absoluta y rabiosa actualidad en África, tales como la presencia cada vez más intensa de los chinos, de las eternas guerras civiles y, en general, de una incapacidad para articular verdaderos Estados que sobrevivan a las turbulencias que no paran de azotarlos y someterlos. Pese a ser made in Africa, no debe olvidarse que estas películas cuentan con una factura técnica muy europea, muy francesa, en concreto.
Una ocasión curiosa para descubrir un cine que nos es lejano en el Festival de Cannes.