Otra vez más en la que una propuesta interesante de cine consigue pasar todas las barreras de entrada que plantea nuestra cinematografía. Claro que dudo que se estrene en más de una docena de salas en todo el territorio nacional.
Sepan aquellos que gusten de propuestas nuevas y no tengan miedo a leer subtítulos, que estamos ante el primer largometraje escrito y actuado en lengua indígena por el pueblo Inuit, y que esta película se hizo, nada más y nada menos, en 2001.
En estos ocho años, este film se ha hinchado a ganar premios y premios en los circuitos festivaleros: Cámara de Oro en el Festival de Cine de Cannes, varios premios Genie (los Óscars canadienses), Festival de Edimburgo, Festival de Flanders, Festival de Haway, nominada a los Independent Spirit Awards, Festival de Toronto, Círculo de la Crítica de Phoenix y Toronto, Festival de Santa Fe o de San Diego.
Mucho ruido para lo que parece un suculento plato de nueces, habida cuenta de su duración, que roza las tres horas, y que puede hacer que los pocos que hayan seguido leyendo hasta aquí, le den a la dichosa x de arriba a la derecha.
Me espero una película del corte de Rapa Nui, pero más sucia y con menos ingenuidad de estudio.
Me apetece.