Satisfacción es la palabra que mejor define mi estado de ánimo, una vez que las luces se encienden en el cine. Vaya por delante comentar que uno agradece que alguien demuestre que se pueden tratar temas, más o menos sociales, sin descuidar ni un ápice el gusto por lo cinematográfico.
El mayor problema que tiene, en mi opinión, este tipo de guiones es introducir al espectador con naturalidad. Una trama tan aparentemente irreal, si pretende ser contada con realismo, tiene en los primeros quince minutos del film, su lucha a muerte. Gallego creo que acierta en gran medida con esos primeros quince minutos. Y digo en gran medida, porque me parece que al encuentro entre Valverde y Sbaraglia le sobra el polvo. Mucho más lógico e interesante habría sido que ese encuentro en el baño hubiese terminado con un calentón tremendo y no satisfecho para el personaje de Quim. Ello le empujaría a seguirla en el cruce de carretera, alimentando la relación entre ellos con tensión sexual. Ésta es mi mayor pega al guión.
La interpretación de Sbaraglia y el bien construido guión hacen que nos terminemos de meter en la película. Ello, ayudado por una dirección detallista y absolutamente claustrofóbica, que nos permite vivir la psicosis de la misma manera que Bea y Quim. No obstante lo anterior, hay una sensación general de escenas de relleno, sobre todo en lo que se refiere al personaje del Guardia Civil, lo justo para poder llegar con dignidad a los 90 minutos.
Pero el guión siempre está en su justa medida y sin caer en mecanismos fáciles. Nada sabemos del personaje de Bea. ¿Es su verdadero nombre? ¿Es suyo el coche? ¿Lo ha robado? ¿Tiene un hijo? Ha habido una escena nocturna en la que creí que iban a desvelar más detalles con el mecanismo de "ayúdame a dormir", pero en vez de eso, nos han dejado con todos los interrogantes. Muy bien.
Mención especial se merece el cambio narrativo operado tras la muerte del personaje de María Valverde. He leído en Cahiers du Cinema que esta película se queda, al final, en un terreno de nadie al explicar más de lo que debiera (que aparezcan los niños asesinos) o no explicarlo suficientemente (¿más escenas que expliquen por qué de ese juego asesino?). Yo creo que se queda en el punto justo. No hace falta explicarlo más. No quiero saber si esos niños tienen padres que les dejan jugar en exceso a la consola o si provienen de una familia desestructurada. En apenas tres escenas, Gallego nos muestra la relación entre los hermanos. La manera en que el pequeño doblega al mayor. No necesito más.
A muchos les puede chirriar ese cambio de personajes, pero entiendo que la lógica viene motivada por esa deseada y buscada estructura de videojuego. Magníficos, por cierto, los planos "made in videojuego" de la escena final en el pueblo abandonado. Y, particularmente, no me ha chirriado por estar metido de lleno en el mundo de Canción de Hielo y Fuego, en estos momentos.
Y, para cerrar, un sobresaliente para María Valverde, en un papel en el que derrocha sensualidad y misterio. Y un notable alto para Sbaraglia, en el papel más complicado de ambos.
Muy satisfecho.