Yo nunca dejo de sorprenderme con aquellos artistas que son capaces de sacar hondas reflexiones de pequeñas anécdotas, y esto es en resumidas cuentas lo que me ha producido esta película.
"La reina" nace con vocación de telefilm, de película pequeña si se le quiere llamar también, con una historia, una anécdota, por todos conocida: la muerte de Lady Di.
Pero como en los buenos cuentos y relatos breves, lo que va por debajo, esa suerte de historia en B, que trasciende la mera figura de Isabel II y su reinado y entronca directamente con una reflexión sobre la monarquía y sobre el poder.
Desde luego se trata de una película de obligada visión para cualquier estudiante de Teoría Política, y más en un país como el nuestro en el que la Monarquía yo creo que se cuestiona aunque no públicamente.
A partir de esa anécdota perfectamente rodada, con la parquedad necesaria para no desviarnos del tema, se abre toda una serie de escenas de conversaciones, de tejes y manejes, al más puro estilo "Yo, Claudio" en la actualidad, que permite comprender lo que puede pensar un Rey en nuestros días. Todo un maravilloso ejercicio bien llevado por el guionista Peter Morgan y perfectamente orquestado por un Frears que se mueve como pez en el agua en el cine británico: detallista, costumbrista, con esas habitaciones, etc.
Sin embargo hay puntos que considero negros en el conjunto. Para empezar no he podido evitar pensar en "Homo Zapping" cada vez que veía a Michael Sheen haciendo de Tony Blair; tampoco me ha gustado la elección de cast para el marido de Isabel II, James Cromwell tiene demasiada vena de malo para ese papel; tampoco me ha gustado en general el Príncipe Carlos, y me ha chirriado mucho el momento en el que Blair se enfada con sus compañeros de gobierno y saca la cara por la Reina en una escena en la que no me encaja su reacción.
En conjunto no estamos hablando de grandes contras, pero sí que lastran un producto que tal y como está hecho considero no aspira a las cinco estrellas.
Una película más que reconfortante en la que tenemos a una Helen Mirren espléndida y una reflexión que requiere de segundos y terceros visionados para terminar de paladearla.
Una sorpresa.