Es el año del nuevo cine francés en el festival de San Sebastián. Está claro. La sección temática de este año, que vale también como retrospectiva contemporánea, está dedicada al novísimo cine francés, y allí se puede ver precisamente, L'humanite, la segunda película de Bruno Dumont, el cineasta que ahora nos atañe. Dumont participa con su último trabajo, Hedewijch en la sección oficial. De esta manera la organización le muestra su admiración tanto por su participación en una fértil generación de nuevos directores franceses, como por su trabajo actual.
Una buena ocasión de ver así dos puntos importantes de su filmografía para quienes tengan ocasión de visitar el festival. ¿Pero qué nos espera cuando nos acercamos a este director? Ante todo, no podemos esperar una película convencional. Las intenciones de Dumont siempre van en otra dirección, más intensa, más violenta, más atrevida, en definitiva, más extrema. Y es que al cineasta se le ha englobado fácilmente en el nuevo extremismo francés, como gran parte de los componentes de la sección temática de este año (Gaspar Noé, Leos Carax...). Aquí el pecado no es aburrir al espectador, sino dejarle indiferente. Para ello se hace uso de la violencia, el sexo, una potencia visual sin complejos y lo que haga falta. Veremos hasta qué punto es así en este trabajo, eso no lo sé.
Pero confío en que en esta ocasión, Dumont no baje el listón, y sea atrevido, con esta película que trata la obsesión religiosa. Confío en el color de su fotografía, en la pretensión artística sin reparos y sobre todo, en la filosofía de unos cineastas que no creen que el cine intelectual suponga largos planos de un hombre mirando al mar con tono melancólico. Esperemos que no defraude. Una de las películas más prometedoras de la sección oficial.