Nadine Labaki se ha quedado con
los elementos más sencillos de su anterior película, los de la
denuncia social más evidente, y ha construido aquí la enésima
fábula bienintencionada con una idea tan simple como positiva:
debemos luchar por una convivencia pacífica. Para ello, no duda en
incluir madres desesperadas por sus hijos, secundarias cómicas,
planes rocambolescos, un romance socialmente incompatible y para
colmo, algún que otro momento musical. Infinitas concesiones al
espectador, drama exageradamente fácil, humor tontorrón... todo eso
podemos encontrar en este decepcionante segundo trabajo de la
directora. También mensajes tópicos, como "hombre=guerra;
mujer=amor". Aunque quizá peor es la lectura que podemos hacer si
queremos ir un poco más lejos, si no nos quedamos sólo en lo malo
que es matarnos unos a otros. Y es que si analizamos mínimamente la
cuestión, veremos que la manera de combatir la peor cara de las
religiones parece ser que es utilizar precisamente sus mismas armas:
la mentira, la manipulación, la ocultación, y en general, tomar las
decisiones éticas por el pobre pueblo ignorante incapaz de razonar.
Una pena de planteamiento cuando el camino a recorrer precisamente
debería ir en sentido opuesto. Un mensaje de moralina barata para
los niños.
Quizá también a los niños, o a lo
sumo a los adolescentes, les pueda causar algún tipo de sensación
transgresora preparar un pastel con droga para todo el pueblo o que
alguien se enfrente verbalmente a una figura de la virgen. De verdad,
espero que para la mayor parte del público todos los trucos de esta
película estén más que superados.