No soy muy amigo del cine de Ken Loach y sus fábulas 'sociales'. Es mejor empezar por reconocer las debilidades personales, para que así el lector sepa a que atenerse con mi opinión. Me parece que Loach está ligeramente anclado en una temática y una narrativa de la que, a estas alturas, es improbable que salga para evolucionar o, simplemente, cambiar.
Dicho esto, también es cierto que su cine siempre mantiene una línea de calidad intachable. Del mismo modo en que yo digo que ir a ver una nueva película de Ken Loach no me parece ya nada estimulante o fascinante, otros me pueden decir que, ante cada nuevo estreno que lleva su firma, saben que encontrarán una buena película, trabajada, bien escrita, bien terminada. Y es cierto.
En un mundo libre llega, además, con pedigrí. Ha pasado por festivales y lo ha hecho gustando a la crítica y cosechando premios. Así que, efectivamente, hay quien no piensa como yo. En Sevilla se llevó al premio a la Mejor Película, sin ir más lejos. Y atención, premio de relumbrón: En Venecia se llevó el galardón al Mejor Guión.
Sumando los pros y los contras, me encuentro con una película de la que espero un resultado correcto, bien llevado, muy académico, pero poco estimulante. Repito: Quien sí conecte con Loach sabe que esta vez tiene una cita importante.