La manera y manía de Disney de plantear sus nuevas películas familiares siguen acabando con mi paciencia. El malo ha desaparecido en sus comedias y en su lugar hay un hombre estúpido que pone caras raras. Este concepto deteriora las películas que si ya de por sí cuesta tragar por su aureola de optimismo o amabilidad.
Al lado contrario tenemos un hombre que lleva el peso de la risa con situaciones más o menos jocosas, no voy a negarlo, pero con enlaces y conjunciones para la historia lamentables o a punto de serlo. De todas formas, a nivel infantil, suficiente.