Hitoshi Matsumoto es un famoso cómico japonés de la televisión. Aunque había rodado algunos cortos, este es su primer largometraje. Dirige, protagoniza y también escribe, aunque en el guión le ayuda Mitsuyoshi Takasu, otro primerizo.
El suyo ha sido un humor innovador, y no quiero ni pensar lo que puede ser innovador en Japón, que ha sido una referencia indispensable en su país en las últimas dos décadas. Que ahora se lance a realizar una película no puede ser más que una buena noticia, y que además lo haga con un argumento tan rompedor es el mejor de los presagios. En su salsa.
La traducción literal del título sería Japonés gigante. Así que no creo que sea aventurarme mucho en el argumento decir que el film se apunta a uno de los subgéneros favoritos de los japoneses junto con las películas de samuráis, estoy hablando por supuesto de las luchas de gigantes en pleno Tokio.
Pero, si atendemos a que contiene elementos a modo de documental, quizá se nos caiga de golpe toda la idea preconcebida que podemos habernos creado. Y, por si alguno se lo ha planteado, no, esto no va en la línea del proyecto de J.J. Abrams que ya nadie sabe como se llamará, si Cloverfield o 1-18-08 o vete a saber… Digo que no será en esa línea de imitación de videos grabados por aficionados. No, creo que aquí la idea va por otro lado. Más chocante.
Una rareza como esta no podía faltar en festivales. Ha estado en la Quincena de los Realizadores de Cannes donde gustó, y como ya informamos en su momento, la película se vendió a 10 países. Ha pasado por el festival de Toronto y también se ha podido ver en la sección oficial del festival de Sitges hace muy poco. Ahora le toca el turno a la semana de terror de San Sebastián, donde sospecho que va a tener una buena acogida.
Ante este delirio de comedia sólo puedo apostar por el máximo, luego ya habrá tiempo de rectificar. Sólo en Japón podría hacerse una cosa así.