Crítica de la película Scream 4 por Iñaki Ortiz

Falso remake


4/5
22/04/2011

Crítica de Scream 4
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Cuando uno se planta delante de un slasher adolescente, lo que suele esperar es desconectar el cerebro y aplaudir las escenas sangrientas. Con esta cuarta entrega de Scream, sin embargo, no hay tiempo para desconectar. Si te despistas un momento para explicarle una referencia a tu compañero de butaca, o desvías tu atención hacia alguna información visual, te das cuenta que te has perdido ese comentario que tiene retranca, doble sentido, o esa norma no escrita que sale a la luz, o una pista importante para entender el porqué de los sucesos posteriores.

Después de los excesivos juegos de la tercera parte, comenzamos con un inicio de triple salto mortal, para dejar claro que el rizo se puede rizar cuanto se quiera y conseguir sorpresas insospechadas. En parte, también es una forma de decir que en las 5º, 6º, 7º... entregas son cada vez más disparatadas.

Pero este no es un estudio sobre nº partes, ni sobre secuelas tardías tampoco. Lo que le interesa a Wes Craven aquí es el fenómeno insultantemente abundante de los remakes de terror (algunos de ellos, de sus propias películas). Scream 4 por tanto se articula como un falso remake (nuevo concepto) de la primera parte de Scream o de Puñalada (Stab), versión necesaria para que la película exista dentro del universo de la saga, que viene a ser lo mismo. Al seguir el hilo de la primera parte, esta película se aleja de las florituras y excesos de las otras secuelas para ofrecer un terror más serio y más duro. Se explican un par de normas de los remakes, aunque la verdaderamente importante se desvela en el climax.

Al mismo tiempo, nos habla de las tendencias en el terror de la última década. Las normas ya no valen. Y aunque no hagan mención expresa a ello, es muy posible que la saga de Scream, desgranando al detalle estas normas, haya tenido mucho que ver en este cambio. El público está sobre aviso.

Encuentro un par de elementos en la película que me hacen pensar en el otro gran éxito del director: Pesadilla en Elm Street. Por un lado, la escena en del baño de sangre en la habitación del vecino, que me recuerda al momento estelar de Johnny Depp en aquella pesadilla. Pero principalmente ese comienzo engañoso, la ficción dentro de la ficción, dentro de la ficción, produce el mismo sentimiento de vértigo y desorientación que el salto entre el sueño dentro del sueño, dentro del sueño. Esa situación de vulnerabilidad de no saber si ya estás fuera del sueño/ficción. Todo puede suceder en esos universos irreales, como que tu amiga te apuñale mientras veis la televisión.

Decenas de referencias cinéfilas que quizá requieren varios visionados. Muchas de ellas a modo de crítica personal del director. Su menosprecio a la saga de Saw porque "no desarrolla los personajes", al terror japonés por estar demasiado desapegado de la realidad -concepto curioso para el creador de Krueger- y especialmente cargado de mala leche, y reservado para uno de los momentos clave de la película, el recital de la guapa cinéfila sobre todos los remakes de terror que se han realizado en los últimos tiempos. Por supuesto, no quedan fuera las nuevas tecnologías, Internet, Facebook, Twitter y por supuesto, la grabación digital en primera persona que tanto material ha dado últimamente al cine de terror.

El juego de intriga, el viejo "quién se esconde tras la máscara" funciona muy bien, básicamente, bajo dos conceptos: por un lado, es un falso remake de la primera parte, por lo que deber funcionar en cierta sintonía, y lo hace; por otro lado, en el nuevo cine de terror -se nos dice- ya no hay normas. Nuevamente, todos son claramente sospechosos y podrían ser el asesino, pero esto no funciona sólo al estilo de la lógica del crimen (que todos tengan un móvil), sino a un nivel mucho más cercano al metalenguaje, como ya viene siendo habitual en la saga. Hay decenas de guiños que podrían ser aprovechados por el guionista para jugar (por ejemplo, una de las frases del comienzo es "prométeme que no me matarás, pero...", lo que hace sospechoso de inmediato al personaje citado). El director y el guionista, Kevin Williamson, se divierten así, ofreciéndonos otro nivel de atención mientras comemos nuestras palomitas.

En definitiva, una nueva entrega más que justificada, que vuelve a dar más protagonismo al suspense, y que juega bien sus cartas con la intriga. Scream en plena forma.



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